El cambio climático ha amenazado el bienestar ambiental y humano durante muchas décadas, sin embargo, el término eco-ansiedad es relativamente nuevo y ha surgido en los últimos años como resultado de la deterioración medioambiental. La creciente frecuencia de desastres naturales, las altas temperaturas o la escasez de recursos humanos son algunas de las causas detrás de este fenómeno psicológico.
Y aunque aún no se considera una enfermedad como tal, muchos expertos apuntan los desórdenes psicológicos que la actual emergencia climática puede desencadenar, ya que las personas temen las consecuencias irreversibles del cambio climático y el impacto de estas en sus vidas y en el desarrollo de futuras generaciones.
¿Qué es la eco-ansiedad?
Las consecuencias físicas del cambio climático han sido estudiadas durante mucho tiempo, pero algunos comienzan a considerar los efectos psicológicos del mismo como un factor de riesgo incluso más importante para el bienestar de las personas, incluyendo la ansiedad, el estrés o la depresión como algunas de las respuestas más comunes a los impactos ya palpables del cambio climático.
Aunque aún no se considera una condición diagnosticable, ya se ha definido entre expertos psicólogos como un miedo crónico a la devastación ambiental. El problema de su diagnóstico se debe principalmente a la dificultad para categorizar el mismo, ya que puede surgir a causa de muchos factores y puede expresarse de maneras muy diferentes.
Lo que está claro es que ha sido probado que el deterioro ambiental empieza a pensar en el bienestar emocional de las personas, en especial aquellas que ya sufren las consecuencias de los desastres naturales de primera mano. Como resultado, los esfuerzos actuales para entender la correlación entre el cambio climático y la salud mental son cada vez mayores. Por suerte, la conversación alrededor de estos dos problemas es más prominente que nunca, ya que ambos son considerados como riesgos globales para el corto y largo plazo.
La nueva normalidad
Al contrario de lo que muchos pueden pensar, la eco-ansiedad es más común de lo que se pensaba originalmente, pero el hecho de su reciente aparición entre los expertos, hace que el problema sea más complejo y difícil de abordar. Además, la gran mayoría de los esfuerzos globales están basados o enfocados en la resiliencia climática y la infraestructura, lo cual hace que el factor humano quede muchas veces olvidado o en un segundo plano.
Pero lejos de ser una respuesta común, y aunque no se pueda hablar de un desorden mental formal, algunos expertos ya entienden y definen la eco-ansiedad como una reacción normal y apropiada a las circunstancias actuales,ya que existe un razonamiento válido al hecho de sentirse preocupado y afectado por las consecuencias existenciales de la disrupción climática. De hecho, hasta cierto punto, la ansiedad es la relación esperada en una situación de peligro, en este caso, los peligros del deterioro ambiental.
El sentimiento de abandono de las generaciones jóvenes
Informes recientes apuntan que el cambio climático está teniendo un efecto desproporcionado en la salud mental de las generaciones más jóvenes, y sin embargo, los expertos también advierten del peligro de que las consecuencias a largo plazo de quienes sufren de eco-ansiedad sean menospreciadas o pasadas por alto.
Mientras nuevos estudios aparecen en lo que respecta a la angustia ambiental, podemos ver un número cada vez mayor de niños y jóvenes adultos que sufren las consecuencias de lo que algunos denominan la destrucción del medio ambiente, dado que esta realidad es un obstáculo directo e irreversible para su futuro. Además, hay un sentimiento cada vez más arraigado de que los gobiernos y los adultos parecen restarle importancia a las consecuencias del cambio climático y las repercusiones de la inacción para el futuro próximo.
En el lado positivo de las cosas, los estudios también parecen apuntar hacia herramientas de optimismo y esperanza para aquellos que sufren de eco-ansiedad, independientemente de su edad. Se trata de asegurar información clara y fiable respecto a la mitigación y adaptación del cambio climático. Las personas quieren ser conscientes capaces de tomar mejores decisiones y conectar directamente con el bienestar ambiental, así como encontrar a otras personas con las que unir fuerzas en la lucha contra el deterioro ambiental.
Sin tiempo para rendirse
La excesiva información también puede ser perjudicial, y no podemos tomar el activismo climático como la cura para todo el malestar mental a consecuencia de las preocupaciones ambientales, pero no por ello es menos importante encontrar un sentimiento de utilidad, esto es, saber que hay algo que podemos hacer sobre las causas de nuestro malestar.
Rendirse con respecto a la acción climática no es ni realista ni una solución viable, más bien lo contrario. Rendirse implica negar la capacidad de uno mismo para propiciar el cambio, lo cual contribuye aún más al sentimiento de angustia de cara al cambio climático. Y aunque la realidad de la eco-ansiedad es aún muy reciente y necesita ser evaluada con precisión y detenimiento, la mayoría de los expertos coinciden en el poder de la colectividad y el tomar acción unto con otras personas, ya que la ansiedad puede ser demasiado para una sola persona, pero se vuelve más manejable en grupo.
Transparencia e inclusión
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