Los derechos políticos, sociales, económicos y culturales están protegidos en casi todas los territorios del mundo mediante tratados, acuerdos o convenios que han sido desarrollados y reforzados durante muchos años. Sin embargo, todavía no está claro donde recaen los derechos medioambientales en este sistema universal de derechos humanos.
Los derechos humanos medioambientales son un concepto del que no estamos acostumbrados a escuchar demasiado, pero ¿y sí entender esta noción pudiera ayudarnos a reclamar aquello que tan claramente necesitamos?
¿Qué son los derechos humanos medioambientales?
Para poder entender todo lo que los derechos humanos medioambientales engloban, primero necesitamos comprender cómo los derechos humanos se dividen en tres categorías, también llamadas generaciones. Estas tres se corresponden al orden en el que fueron desarrollados; por un lado, los derechos humanos de primera generación se refieren principalmente a derechos civiles y políticos, mientras que los derechos de segunda generación, engloban los derechos culturales y socioeconómicos. La principal diferencia entre estos dos es que los segundos requieren de algún tipo de soporte institucional.
Pero los derechos medioambientales se consideran derechos de tercera generación, los cuales aún traen consigo muchas cuestiones y discusiones filosóficas entre académicos y reguladores. Como se explica en ‘The Generations of Human Rights’, los derechos de tercera generación requieren no solo crear un soporte institucional por parte del Estado (…), sino también restringir los derechos de primera generación, mediante lo que se conoce como ‘’discriminación positiva’’, en el sentido de que estos derechos, como cualquier derecho de minorias, requieren la limitación de derechos de primera generación. El derecho medioambiental permite a grupos sociales vivir en un ambiente sano, limpio y sin agentes dañinos, pero al mismo tiempo, implica limitaciones en derechos de primera y segunda generación, como el derecho a poseer un bosque (…).
Esta explicación puede ayudarnos a entender por qué los derechos de tercera generación también se conocen como derechos solidarios, ya que estos no pueden ejercerse de forma individual, sino de forma colectiva. Derechos como el derecho a la autodeterminación, el desarrollo o el derecho medioambiental en sí mismo. Además, siguiendo la línea de la solidaridad, podríamos considerar los derechos medioambientales como derechos de las generaciones futuras.
Es importante destacar que los derechos humanos individuales a veces no alcanzan a conseguir la protección de minorías; es aquí donde entran los derechos colectivos, permitiendo el reconocimiento y protección de la salud, seguridad y medioambiente. Y así como muchos derechos de grupos han surgido en los últimos años, es posible que más tipos de derechos surjan y acaben por considerarse derechos humanos.
Los principales obstáculos para ejercer los derechos medioambientales
El auge de los derechos medioambientales ha cambiado la noción que teníamos de los derechos humanos, ya que estos tan solo pueden entenderse desde la colectividad. Por un lado, los derechos medioambientales son derechos colectivos cuyo receptor o destinatario es supranacional, esto quiere decir que el medioambiente no tiene fronteras nacionales; por otro lado, invocan los derechos de futuras generaciones como ningún otro marco político, legal o social lo ha hecho antes.
Aunque la forma más coherente de dar respuesta a la cuestión del destinatario de los derechos humanos medioambientales es aquel de los estados o gobiernos, siendo estos los principales receptores de los derechos humanos en general, y teniendo en cuenta que el poder a nivel internacional se mide con respecto a fronteras nacionales, cuando se trata del medioambiente, todas las naciones, de alguna manera u otra, afectan al mundo natural de manera negativa y además tienen un impacto en estados vecinos. Esto significa que las cuestiones medioambientales son globales y no pueden limitarse a estados naciones o territorios particulares.
Otro aspecto importante del dilema que generan los derechos medioambientales es la idea de la justicia intergeneracional. Este concepto es conflictivo ya que pone en cuestión si las generaciones futuras pueden considerarse legítimas de tener derechos en contra de las generaciones presentes. Tradicionalmente, cuando los académicos discuten en términos de justicia, se centran en las interacciones entre personas existentes, pero los problemas ambientales, como el cambio climático, son inseparables de las futuras generaciones. Esto es lo que hace de los derechos ambientales algo único; tienen el potencial de cambiar la relación entre generaciones presentes y futuras.
Una ventana de esperanza y reconocimiento legal
Lejos de parecer utópico, los derechos medioambientales, o el derecho a un ambiente seguro, han sido reconocidos en varios textos y acuerdos legales, aunque aún no se hayan incorporado plenamente dentro de la legalidad internacional, ya que la respuesta a las obligaciones medioambientales varían entre países y territorios.
Sin embargo, esto no ha impedido que se creen borradores y escritos en varios documentos internacionales invocando el reconocimiento de obligaciones medioambientales usando un lenguaje de derechos humanos:
Por ejemplo, la Convención de las Naciones Unidas por los Derechos de los Niños o la Sub-Comisión de las Naciones Unidas sobre la Prevención de la Discriminación y la Protección de Minorias. La primera reconoce el derecho de los nichos al más alto estándar de salud, incluyendo el derecho a ‘’agua limpia, teniendo en consideración los peligros y riesgos de la contaminación ambiental’’.. La segunda incluye un principio en borrador que establece que ‘’los derechos humanos, un medioambiente saludable, el desarrollo sostenible y la paz son indivisibles e interdependientes’’..
En este sentido, aunque todavía hay mucho que hacer para impulsar el ejercicio efectivo de los derechos medioambientales, es esencial entender todo lo que este concepto engloba, pero aún más importante, como esto es cuestión de acción y determinación colectiva.
Transparencia y compromiso
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En este sentido, es esencial para nuestro trabajo promover el buen gobierno corporativoesto es, seguir con rigor todos los procesos de divulgación y transparencia para proveer a reguladores, accionistas y al público en general de la información más precisa acerca de los aspectos financieros, operacionales y de otros aspectos de la compañía, incluyendo una definición más exacta del rendimiento ESG.
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