Si bien muchas empresas han logrado proporcionar excelentes datos ambientales y de gobernanza en los últimos años, la ‘S’ en ESG parece haberse quedado un poco atrás.
¿Cómo miden las empresas el impacto social, si es que lo miden? Y, ¿cuál es la mejor manera de proporcionar a los inversores y los sistemas de calificación ESG información buena, precisa y transparente sobre los esfuerzos de la empresa en la ‘S’ en ESG?
Estas preguntas han cobrado importancia recientemente entre los directorios de las empresas con respecto a su capacidad no solo para trabajar en sus iniciativas de impacto social, sino también en la forma en que pueden ofrecer datos medibles a los inversores y partes interesadas.
Dado que el greenwashing sigue representando un peligro grande y real entre el mundo corporativo, los inversores son cada vez más conscientes del tipo de información ESG que las organizaciones tienen que ofrecer. En este sentido la ‘S’ se ha convertido en un reto importante para muchos. Profundicemos.
La importancia de las métricas de impacto social
Aunque todavía queda mucho trabajo por hacer, las empresas parecen haber entendido la importancia y las implicaciones de medir y verificar sus datos de impacto ambiental, ya sea por las regulaciones o por la gran presión social para actuar sobre nuestro clima en declive.
La gobernanza también parece estar en su lugar, con tendencias de pensamiento transformadoras y resilientes dentro de las juntas ejecutivas de las empresas, las empresas se están alineando cada vez más con las personas y el planeta y, en el proceso, algunas logran proporcionar información precisa y transparente.
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Realmente no se puede decir lo mismo sobre la ‘S’ en ESG; y aunque no se trata necesariamente de una cuestión de poca acción social de las empresas, el problema radica en que, en la mayoría de los casos, la información proporcionada carece de uno o ambos elementos cualitativos y cuantitativos que aseguren a los inversores sobre la eficiencia de la estrategia ESG general de una organización.
Pero tales piezas de información son tan cruciales como la capacidad de una empresa para generar valor social. ¿Por qué? Porque el propósito de una empresa no está en sus ganancias, sino en el progreso que puede generar, que, ahora más que nunca, no es dinero, sino progreso social (y ambiental).
Además, la falta de impacto social, así como la incapacidad de proporcionar métricas medibles, muy probablemente se convertirán en un riesgo para la supervivencia general de una empresa.
Medir la 'S' en ESG
Sin duda, la capacidad de una empresa para proporcionar valor social y poder verificar dicho impacto se ha convertido en una prioridad para los inversores ESG, los gestores de fondos y las propias empresas. Pero, ¿cómo pueden las organizaciones abordar la medición de la ‘S’ en ESG?
Datos cualitativos y cuantitativos
Los datos cuantitativos son tan importantes como la información cualitativa; es decir, medir el impacto social debe consistir en un acercamiento completo a la información que recopilamos.
Tomemos por ejemplo una empresa que administra un programa de donación de alimentos para ayudar a alimentar a las personas sin hogar o necesitadas en la comunidad. Si bien muestra una gran iniciativa con claros beneficios para la sociedad, los datos cuantitativos no serían suficientes para comprender cuán buena es esta iniciativa social.
La cantidad de comidas proporcionadas (cuantitativo) debe ir acompañada, por ejemplo, de qué tan saludable (cualitativo) son tales opciones de alimentos para comprender realmente el valor y los beneficios sociales de esta acción.
Información transparente e independiente
Nada supera las afirmaciones de greenwashing como la transparencia y las fuentes de información independientes. Sin embargo, muchas empresas eligen optar por no hacerlo y, en su lugar, utilizan las llamadas técnicas de «green-hushing» para evitar la mala reputación, solo para encontrar el lado negativo de una tendencia tan peligrosa.
Además, la falta de transparencia y de encuestas y entrevistas cuantitativas y cualitativas independientes no solo son un obstáculo para la reputación, sino que de hecho representan un gran riesgo para el desempeño de la empresa. En pocas palabras, no puedes gestionar lo que no entiendes.
Y aunque los conocimientos internos de la empresa son cruciales, el sesgo es inevitable y los inversores lo saben. Es fundamental que busquemos formas cualitativas e independientes de verificar el valor social que se ha creado.
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Aprovechar la tecnología para hacer el bien
En la era digital y tecnológica en la que vivimos, no podemos socavar el poder de la tecnología para crear valor social, así como el relacionado con el medioambiente y la gobernanza.
Buscar una transformación digital de la estrategia ESG de la empresa podría no solo brindar un mejor desempeño en sustentabilidad, sino también una mayor evaluación y métricas de lo bueno (y lo no tan bueno) que estamos ayudando a crear.
Además, un enfoque tecnológico para el impacto social puede ayudar a involucrar a más personas en la mezcla y ayudar a comprender mejor el impacto que debe ocurrir y el desarrollo necesario para llegar allí.
El papel de los empleados en la estrategia ESG de la empresa
Lejos de ser indiferentes a la participación en los esfuerzos ESG de la empresa, los empleados buscan la oportunidad de participar activamente y encontrar un propósito en tener un impacto positivo a través de su trabajo.
En DoGood creemos que el trabajo colectivo puede ayudarnos a encontrar aquello que por sí solo puede parecer inalcanzable o inútil. Por eso creemos que el lugar de trabajo es el entorno perfecto para encontrar ese afán colectivo de marcar la diferencia, tanto por la sostenibilidad y propósito de la empresa como por una forma de ser más sostenible para todos.
Mediante nuestra tecnología somos capaces de activar y trazar el impacto de los empleados ayudando a crear mayor involucración, mejores métricas ESG, valor reputacional y un impacto positivo para el planeta y la sociedad.