El último informe publicado por el IPCC sobre las medidas necesarias para la mitigación del cambio climático, confirma que avanzamos vagamente hacia la sostenibilidad de las generaciones presentes y futuras. El mensaje es tanto de urgencia como de esperanza, afirmando que nos queda poco tiempo para revertir los últimos años de crecientes emisiones de gases de efecto invernadero, pero no todo está perdido aún.
Mientras las regulaciones nacionales e internacionales en lo que respecta a la descarbonización continúan creciendo, también lo hace la inversión en alternativas que ayuden a reemplazar nuestros sistemas y economías basadas en los combustibles fósiles, ya que la importancia de la inversión ESG (ambiental, social y de gobernanza) ha crecido y se ha priorizado entre actores financieros.
Como establecía el Acuerdo de París en 2015, y como se confirmó en el reciente COP26 en Glasgow, necesitamos alcanzar una economía neutra en carbono para el año 2050 si queremos prevenir el incremento de la temperatura media global por encima de 1.5ºC y evitar así daños globales irreversibles por las consecuencias del calentamiento global y el cambio climático. Es aquí precisamente donde entra en juego la transición energética.
¿Qué implica la transición energética?
El urgente objetivo de descarbonización de las economías mundiales debe ir directa e inevitablemente seguido de la transición energética, esto es, un cambio global del sector energético de los sistemas basados en combustibles fósiles hacía fuentes de energía renovables como la solar o la eólica, entre otras. Pero, por grande que parezca este cambio, es interesante recordar que no es la primera gran transformación energética que el mundo ha visto. El siglo XIX marcó el fin de la madera para pasar al carbón, y en el siglo XX el carbón se sustituyó por el petróleo. La mayor diferencia entre estas últimas transformaciones y la actual, es que hoy la urgencia va incorporada a la definición de la transición.
Pero gracias a la creciente conciencia social para impulsar la sostenibilidad, y los cambios tecnológicos necesario, la transición hacia fuentes de energía renovable no solo es un futuro imaginable, sino que estos factores también han hecho del mercado algo asequible y eficiente. En solo una década el precio de algunas de las mayores tecnologías renovables ha disminuido entre un 60% y un 80%. Además, según siguen bajando los costes y crece la popularidad de las energías renovables, también se han reforzado las oportunidades de inversión en el sector. De hecho, la Agencia Internacional de Energía estima un crecimiento del 50% en energías renovables para 2024.
Sin embargo, la transición energética no se basa tan solo en paulatinamente reemplazar combustibles fósiles por renovables, también es cuestión de desarrollar nuevas tecnologías que ayuden a acelerar el proceso de almacenar energía, de electrificación de ciertos sectores y la digitalización de otros, por ejemplo. Esto es claramente importante por sus beneficios para el planeta, pero es que además estos avances han ayudado a transformar el paradigma energético hacia uno basado en las renovables y la descarbonización.
Más allá del medio ambiente
Aunque el foco y la urgencia de la transición energética esta principalmente en la salud y sostenibilidad del medio ambiente, también es beneficioso y crucial para la economía y la sociedad. Esto está claramente y específicamente ilustrado en el ODS 7 sobre energía asequible y limpia para todos, ya que la principal idea que engloba todos los objetivos e indicadores es aquella de no dejar a nadie atrás en el proceso de la transición energética.
En este sentido, la transición energética ofrece una gran ventana de oportunidades para el bienestar económico, el crecimiento del empleo y el desarrollo social. Mientras siguen creciendo las tecnologías renovables, también lo hacen nuevos trabajos en el mercado verde, así como la inversión para ayudar a acabar con la pobreza energética y procurar energía limpia en diferentes partes del mundo. Con una perspectiva inclusiva y flexible sobre el paradigma energético, podemos alcanzar una transición justa donde las metas de los ODS sean una realidad global.
De hecho, si analizamos en detalle las metas establecidas en el ODS 7, podemos ver un patrón de prioridades, siendo la primera asegurar la energía asequible, de confianza y moderna para todos, ya que un tercio del planeta aún depende de sistemas obsoletos y peligrosos. A esta meta le sigue aquella de incrementar el porcentaje de energía renovable renovable, y después, asegurar la eficiencia energética. Parece como si los ODS nos indicaran un camino a seguir paso a paso.
Una transición comprensiva
Ahora que tenemos una visión más completa de lo que la transición energética implica, es importa entender que es un reto con muchas caras, y no existe una única solución para todos. Es por ello que los ODS juegan un papel tan importante a la hora de comprender los retos globales más importantes, como lo es la descarbonización, ya que ayuda a dibujar un panorama más holístico del problema, centrándose en las preocupaciones sociales y medioambientales sin olvidar las complejidades económicas.
Este es un buen ejemplo de actuación no solo para gobiernos nacionales y organizaciones internacionales, sino también para empresas que tratan de entender todas las facetas de la transición energética y la descarbonización en las que pueden trabajar. El hecho de tener una visión más amplia de los impactos e implicaciones de nuestros objetivos y acciones ayuda indudablemente a que la transformación sea más eficiente y organizada.
Transparencia e inclusión
En DoGood creemos que no es posible gestionar aquello que no medimos, y estamos convencidos de la necesidad de entender y gestionar los esfuerzos por conseguir una transición sostenible dentro de las organizaciones para el correcto y eficiente funcionamiento de las mismas. Nosotros solos no podemos conseguir los grandes cambios necesarios, pero trabajamos en base a la colaboración, la transparencia y la precisión para poder dar luz a las acciones sostenibles.
En este sentido, es esencial para nuestro trabajo promover el buen gobierno corporativoesto es, seguir con rigor todos los procesos de divulgación y transparencia para proveer a reguladores, accionistas y al público en general de la información más precisa acerca de los aspectos financieros, operacionales y de otros aspectos de la compañía, incluyendo una definición más exacta del rendimiento ESG.
Hemos desarrollado una herramienta de gobierno corporativo que ayude a establecer objetivos de impacto ESG para los empleados en lo que respecta a la estrategia de sostenibilidad de la empresa. Mediante nuestra tecnología somos capaces de activar y trazar el impacto de los empleados ayudando a crear mayor involucración, mejores métricas ESG, valor reputacional y un impacto positivo para el planeta y la sociedad.
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